La fascitis
plantar es una patología ortopédica que se presenta con relativa frecuencia,
siendo de importancia en deportistas, principalmente en corredores, donde se
describe hasta un 10% de tasa de ocurrencia.
Se define como
una inflamación de la fascia plantar. Ésta última es la continuación del Tendón
Calcáneo, y corresponde a una banda ancha de tejido colágeno que discurre entre
la apófisis medial de la tuberosidad del calcáneo y se extiende hacia distal en
sentido longitudinal formando cinco bandas que se insertan en cada dedo.
La función de
la fascia es la transmisión de las fuerzas provenientes desde el Tríceps sural
hacia los dedos del pie. Además, por sus propiedades viscoelásticas tiene el
rol de absorber y distribuir la gran cantidad de energía que se produce en cada
paso durante la marcha, disminuyendo de este modo las consecuencias que pudiese
tener esta fuerza de impacto, cooperando así en la marcha, equilibrio y
bipedestación.
Al sufrir un
cuadro de inflamación de la fascia ésta presentará alteraciones estructurales
de sus componentes, principalmente una desorganización, desorientación y
separación de las fibras de colágeno que la componen.
Las fases de
la marcha que se verán más alteradas producto de esta lesión serán aquellas que
involucren un apoyo de retro y mediopié. Esto se explicaría por el rol que
cumple la fascia como estabilizador estático del arco longitudinal medial. La
forma en que esta estructura reacciona durante la marcha humana es alternando
ciclos de tensión y relajación, generándose mayor tensión en el momento en que
los dedos realizan una extensión, es decir, durante las últimas etapas de la
fase de apoyo.
Dentro de los
factores predisponentes a desencadenar una fascitis son:
· Comienzo de un entrenamiento intenso sin un adecuado acondicionamiento progresivo.
· Sobrecarga y debilidad muscular.
· Alteraciones anatomo-funcionales, como pie plano, pie cavo, calcáneo varo o valgo, etc.
· Calzado o superficies de entrenamiento inadecuadas.
· Obesidad.
· Rango etario superior a 40 años
· Comienzo de un entrenamiento intenso sin un adecuado acondicionamiento progresivo.
· Sobrecarga y debilidad muscular.
· Alteraciones anatomo-funcionales, como pie plano, pie cavo, calcáneo varo o valgo, etc.
· Calzado o superficies de entrenamiento inadecuadas.
· Obesidad.
· Rango etario superior a 40 años
Además, Wearin
et al, subdividen los factores etiológicos y de riesgo en dos subcategorías que
se detallaran a continuación:
Factores extrínsecos
·
Tipo de actividad.
·
Nivel e actividad (frecuencia, intensidad y
duración).
·
Traumas.
Factores intrínsecos
Al realizar el
diagnóstico de esta patología nos vamos a encontrar con una sintomatología
característica, representada por un dolor localizado en la superficie plantar,
específicamente a nivel de la tuberosidad medial del calcáneo y que es irradiado
a través del arco longitudinal medial del pie. El dolor que se desencadena aumenta al
realizar algún tipo de presión, en las últimas etapas de la fase de apoyo en
que se observa la mayor tensión, sobretodo posterior a un periodo relativo de
reposo..
Las
alteraciones más características que se van a encontrar durante la marcha en
presencia de fascitis plantar son en las que el paciente deba apoyar el talón,
se observará una marcha en la que el paciente evitará a toda costa la descarga
de peso sobre la extremidad afectada, obligando a realizar el movimiento con
apoyo de los metatarsianos. Los parámetros de la marcha que se van a encontrar
alterados en comparación a un sujeto sano son principalmente la disminución de
la velocidad de la marcha y de la etapa de impulso, a su vez como se dijo
anteriormente disminuye la carga sobre el talón lo que conducirá a un aumento
de la carga sobre el antepié.
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